#sonrisasviajeras

 

 

Inicio > Revista Coopera > Turismo

 

 

Livingston, la Jamaica guatemalteca

 

MARIU SÁNCHEZ | Jamaica… ¿estoy en Jamaica?  Creo que eso es lo primero que se le viene a la cabeza a todo viajero de los que empiezan la ruta Centroamericana por arriba, como yo, y llegan a Livingston después de recorrer la Guatemala de las tradiciones mayas, de los trajes de colores, de las lenguas autóctonas, la Guatemala de la enorme población indígena que tanto sorprende y gusta a los viajeros procedentes del país que sea, ¡Guatemala impresiona, vengas de donde vengas! Como dije, es un país-sonrisa, y también es un país-sorpresa. De los auténticos. De los que te reconectan con tu niño explorador esta vez descubriendo tradiciones ancestrales ¡en vivo y en directo! Nada de libros ni documentales.

               

          Y entonces llego a Livinsgton, y mi capacidad de asombro que ya creía a prueba de bomba después de mis días de ruta, sufre un catapúm*, y  me quedo boquiabierta, pasmada, atónica, asombrada y los tres segundos de caos se convierten en tres días en los que no se me va, la sensación de haber llegado a Jamaica, con los colores de la bandera reggae y un son caribeño que me es familiar, ¡pero no en Guatemala!
(*Catapúm: Cuando la emoción viajera me desborda, ¡toca inventarse palabras! Y yo en Livingston sentí el primero de los muchos “catapumes” que vendrían en mis sucesivos días de ruta)

 

                                Nota: Livingston es un municipio del Caribe guatemalteco, único lugar del país donde habita la etnia garífuna

                               (Caribe negros). Se dice que son los descendientes de unos barcos de esclavos procedentes de África Occidental                                                        que naufragaron cerca de la Isla de San Vicente. Los que iban a ser esclavizados alcanzaron la isla, donde

                                los habitantes les ofrecieron protección, y de ahí, de esa mezcla con los Caribes nació el pueblo Garinagu, hoy

                                conocido como garífuna. De San Vicente fueron deportados por los británicos a la isla hondureña de Roatán y a

                               Jamaica, y de ahí se fueron expandiendo por la costa del Caribe centroamericano).

 

                Llego a Livinsgton después de un par de horas de viaje en lancha desde Río Dulce, y esta es la única manera de llegar, ¡no hay alfalto que conecte a Livinsgton con ningún lugar! ¡Quizá por eso sea diferente a todo lo conocido y por conocer! Y nada más llegar, ¡el “catapúm”! ¿Dónde estoy? ¿Me he (o han) teletransportado y he llegado a Jamaica, Cuba…? ¿Esto es Guatemala? ¿En serio?

 

                El ritmo caribeño se siente nada más llegar.
                Y también el calor.
                ¡Y las sonrisas!


                Blancas y relucientes acompañadas de ese deje caribeño que te haría jurar, una y mil veces, que has cambiado de país, ¡que has llegado al menos a Jamaica!


                El ritmo. La alegría. La comida. Y lo mejor, las enormes sonrisas caribeñas, me hacen sentir en casa. Hablo. Comparto. Me río. Disfruto. Su amabilidad no tiene parangón. Bueno, sí que lo tiene, en realidad es la misma que he vivido en mis tres meses previos de ruta por México y Guatemala.

 

                Livinsgton, en sí, es un viaje dentro del propio viaje, es un mundo aparte en Guatemala, una sorpresa dentro de la sorpresa, un lugar “catapúm”, ¡os lo digo yo!

 

                Lo mejor, comprobar cómo ni tu color de piel, ni de pelo, ni tu acento raro con el sonido de las “zetas” y “ces” delatoras de tu procedencia en la otra parte del charco, suponen el más mínimo inconveniente para integrarte, sonreírte y tratarte como uno más en los lugares, comedores, rincones, calles y casas alejadas en todo del turismo de masas. Esos que a mí me gusta encontrar, vivir, visitar. Como debe ser.

 

                Y en mi cabeza esa frase de Unamuno… “el racismo se cura viajando”.
                Y también olvidándote de tu color de piel.
                Desetiquetándote.
                Y sintiéndote una más de este lugar llamado mundo.
                Ni más ni menos.

 

Versión para imprimir | Mapa del sitio
©Cooperastur / Departamento de Comunicación: infocooperastur@gmail.com