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Reciclaje: la asignatura pendiente

MAR PÉREZ -OLIVARES

En las últimas décadas, la concienciación sobre el reciclaje y el propio acto de reciclar ha aumentado exponencialmente. Los contenedores amarillos, verdes y azules se han convertido en unos elementos más de las ciudades, en nuestros hogares cada vez es más habitual ver más de un cubo (además del de basura orgánica) donde separar los residuos que generamos, e incluso las tiendas de decoración se han adaptado y ofrecen soluciones para separarlos y almacenarlos en nuestras casas hasta que los depositemos en su contenedor correspondiente. Pero, ¿en qué punto nos encontramos? ¿Es suficiente?

El reciclaje es la última de las tres erres de la ecología: reducir, reutilizar y reciclar, una propuesta que surge hace más de una década a iniciativa de organizaciones ecologistas, entre las que se encontraba Greenpeace, para promover el consumo responsable y, de esta forma, hacer frente al agotamiento de los recursos naturales y al calentamiento global. La regla de las tres erres o las tres erres de la ecología propone: reducir nuestro consumo, reutilizar los productos dándoles una segunda vida útil y, finalmente, reciclar que permite volver a introducir los residuos en el ciclo de producción sin necesidad de crear otros nuevos. A través del reciclaje, obtenemos nuevas materias primas o productos a partir de otros en desuso o utilizados; y, con ello, logramos alargar el ciclo de vida de un producto, disminuimos el uso de materiales y materias primas (que en muchos casos son finitas) y generamos menos residuos.

 

A pesar de que cada vez hay más concienciación y su práctica cada vez es más habitual, no es suficiente. El informe ‘De la España a la cola en la gestión de residuos a la España pionera en la gestión de recursos’, elaborado por 21 organizaciones civiles, arroja unas cifras nada alentadoras: en 2015, generamos 449 kg de residuos al año, el 60% se eliminaron en vertederos, el 10% se incineraron y sólo un 30% se dedicaron al aprovechamiento (datos extraídos para este informe de Eurostat 2015). Estas cifras quedan muy lejos de los objetivos marcados por la Unión Europea para 2030; cuya propuesta, aprobada a finales de 2015, eleva la tasa de reciclaje de residuos urbanos al 65%, 75% para los envases y el umbral máximo de los desechos que podrán terminar su vida en el vertedero del 10%. Además, contempla la prohibición de arrojar residuos reciclables en vertederos a partir de 2025.

 

Al margen de las medidas que se pongan en marcha a nivel europeo o nacional para alcanzar estos objetivos, éstos no se conseguirán sin la involucración de todos los ciudadanos. Está en la mano de todos hacer una gestión más responsable de nuestros residuos y contribuir a la lucha contra el cambio climático. Por ello, es importante que conozcamos los productos y materiales que pueden volver al ciclo productivo a través del reciclaje y hacer buen uso de los contenedores y puntos limpios.

Los colores del reciclaje

Imagen: Rafael Pérez-Olivares

  • Contenedor amarillo. Está destinado a todo tipo de envases y productos fabricados con plásticos: botellas, envases de alimentación (como los de la carne o el fiambre) o bolsas. También es el lugar de para reciclar los tetra briks y las latas de conserva y refrescos.
  • Contenedor verde. Este es el lugar para el vidrio: botellas de vino, cava, cerveza o licores; frascos como los de los perfumes; y tarros de alimentos como los de las conservas o mermeladas. Se deben tirar siempre sin tapa o tapón.
  • Contenedor azul. Es para el papel y el cartón: envases de alimentación, calzado o productos congelados, por ejemplo.
  • Contenedor gris: Está destinado a todos aquellos residuos que no podamos reciclar. Algunos de estos desechos se pueden utilizar para fabricar compost.
  • Punto limpio: para metales, maderas, electrodomésticos, aceites usados, ropa, calzado, etc. Dependiendo de la ciudad existen restricciones, por lo que es recomendable informarse antes.
  • Punto SIGRE: El contenedor blanco del punto SIGRE, ubicado en farmacias, recoge los medicamentos caducados o que no sean necesarios.

 

Errores más comunes
 

Incluso aquellas personas que desde hace años han convertido el reciclaje en una costumbre, de vez en cuando les puede asaltar la duda… ¿a qué contenedor tengo que tirar esto?, ¿este producto se recicla? , ¿estoy reciclando bien?  

  • Los corchos de las botellas, tapones y las tapas metálicas de los botes de conserva tienen que ir en el contenedor amarillo.
  • Los tarros de cerámica, como los de la cuajada, tienen que tirarse en el contenedor gris ya que es imposible procesarlo en el resto de contenedores.
  • Bombillas, ceniceros, espejos, copas, vasos de cristal, etc. nunca se deben tirar en el contenedor verde ya que el cristal contiene óxido de plomo y no se puede fundir en los mismos hornos donde se producen los envases de vidrio. En el caso del cristal, debe ir al contenedor gris y las bombillas al punto limpio.
  • Todos los envases que hayan estado en contacto con los medicamentos (cajas, blíster, tubos, ampollas, etc.), aunque estén vacíos, deben tratarse de forma específica y se tienen que depositar en el punto SIGRE.
  • Papel de aluminio que utilizamos para envolver el almuerzo o los bocadillos, en el contenedor amarillo. También los vasos, pajitas y platos de plástico.
  • Las servilletas, papeles o cartones sucios (como las cajas de comida rápida) en el contenedor gris, de esta forma no contaminan el resto de materiales.
  • El aceite usado nunca puede tirarse por el fregadero. En algunas ciudades y comunidades de vecinos hay contenedores específicos para el aceite, si no es tu caso, puedes llevarlo al punto limpio.
  • Los juguetes, aunque estén hechos de plástico, no pueden tirarse en el contenedor amarillo. Si están en buen estado se pueden donar a alguna ONG y, si no, se deben llevar al punto limpio.

Si tienes alguna duda sobre algún otro material o producto, puedes utilizar el buscador de reciclaje de Ecoembes.

 

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