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Donde el Estado no llega

Maitri Manthan es una ONG india dedicada a proveer de servicios básicos en educación, sanidad y desarrollo a comunidades rurales del sur de Rajastán

 

 

Según el último informe del FMI, India es la séptima economía mundial y está llamada ser la segunda en 2040. A pesar de ello, aún existen 62 millones de personas que viven en situación de pobreza extrema. La educación debe ser la clave del

desarrollo para el futuro. Foto: Sergio Cruz

 

 

India es un país que camina a muchas velocidades. El pasado mes de marzo adelantó a China en crecimiento económico y las perspectivas de futuro son favorables. Pese a esto, la pobreza sigue siendo un mal endémico y el estado sigue sin llegar a proporcionar servicios públicos básicos a toda la población, especialmente en las zonas rurales, donde los niveles de pobreza y la falta de acceso son mayores. Otro hándicap al que hacer frente es que si la tendencia continúa India será el país más poblado del mundo en pocos años, aunque la superficie sea tres veces menor que la del gigante asiático.


Actualmente gran parte de esa cobertura social está a cargo de ONG’s. Según un reportaje del diario Indian Express, se estima que en India existen registradas alrededor de 3,1 millones de organizaciones sin ánimo de lucro, más del doble que escuelas públicas. Un ejemplo es Maitri Manthan Sansthan , una organización que juega un papel importante en programas de salud, educación y desarrollo rural en las comunidades más empobrecidas del área de Udaipur, al sur de Rajastán.

 

La organización fue fundada en 2013 por Monika Sharma, cuando la joven tenía tan solo 19 años y desde entonces ha sido reconocida como una de las más importantes de Rajastán. Monika es un ejemplo de esfuerzo y empoderamiento en una India en la que aún perdura el sistema de castas y la mujer sigue teniendo un papel secundario. Prueba de ello es la multitud de premios y reconocimientos que cuelgan de las paredes de su oficina, donde trabaja de 10 a 14 horas al día, aunque asegura que lo hace feliz. “Este es mi proyecto, mi bebé, por eso le debo mi vida a él”. Pero no trabaja sola, el equipo de Maitri Manthan lo forman 12 personas, entre las que se encuentra su madre Kamal Vaishnav, multitud de socios y entidades colaboradoras. “También contratamos algunas maestras y recibimos ayuda de voluntarios”, comenta.

 

La base del buen funcionamiento de los programas es la asociación con hospitales y entidades locales. La ONG recibe financiación casi en su totalidad de empresas indias que apoyan los proyectos de desarrollo rural. De esta parte del trabajo se encarga el director Mithun Gameti, director de Maitri Manthan. “Normalmente recibimos apoyo de filántropos, empresas y personas importantes”, explica.


Proyecto de Salud


Muchos expertos afirman que la India está llamada a ser una superpotencia en el futuro, aunque el crecimiento económico no se ve por el momento reflejado en la calidad de sus servicios públicos. Según los datos del informe público National Health Profile (2018) , el gobierno solo destina 1,3% del PIB a la Sanidad, mientras que el porcentaje medio en los países de la OCDE se encuentra en torno al 9%.

Maitri Manthan es una organización joven que trata de proporcionar servicios básicos a las comunidades rurales del área de Udaipur. En la imagen de izquierda a derecha vemos a Himmat Gameti (Tesorero), Mithun Gameti (director), Pooja Paliwal (coordinadora de proyectos), Monika Sharma (secretaria y fundadora) y Kamal Vaishnav (presidenta). Foto: Maitri Manthan

 

 

Esta escasa inversión para un país tan superpoblado y extenso como India ha provocado que el sistema sanitario sea limitado o incluso nulo en las áreas rurales, como ocurre en las aldeas del área de Udaipur. Esta situación unida a las escasas condiciones higiénicas del país, la pobreza, el analfabetismo y el clima húmedo hace que haya un gran número de infecciones y contagios de enfermedades.

 

Por otra parte, las creencias hinduistas aún tienen mucha aceptación y la gente cree más en la sanación en templos que en hospitales. Monika recuerda cómo lo vivió en primera persona cuando era una niña. “Mi prima enfermó y mi familia decidió llevarla a los templos para curarla, lamentablemente tras dos meses murió”. Por esto, también se trata de concienciar a la gente de la importancia que tiene la asistencia sanitaria para mejorar su calidad de vida.

 

 

 

Para combatir esta realidad, uno de los proyectos más importantes de Maitri Manthan es su programa de Salud. El proyecto lleva a cabo operaciones, curaciones, tratamientos y su seguimiento, lo más crucial según Monika. “A estas personas a veces se les olvida seguir el tratamiento o simplemente no pueden hacerlo porque no tienen recursos para pagar los medicamentos o los costes de transporte al hospital más cercano”.

 

Así cada día a las 9 de la mañana un autobús recorre las comunidades para recoger a los pacientes que habrá de llevar al Pacific Medical Hospital de Udaipur, con el que la ONG tiene un acuerdo para proporcionar atención médica y medicamentos de forma gratuita. La coordinadora es Pooja Paliwal, quien se encarga de supervisar que todos los proyectos funcionen correctamente. “Llevar a los pacientes rurales al hospital es un reto. Muchas veces hablan dialectos y no se pueden comunicar con los doctores. Nosotros les ayudamos con traductores”.

 

Las Jornadas Médicas se organizan mensualmente y son muy importantes para el diagnóstico. De esto modo, un equipo de médicos voluntarios se desplaza a las aldeas para realizar revisiones y proporcionar medicinas de forma gratuita. “Es muy importante acercarse a las aldeas y tratarlos allí para que comiencen a valorar los servicios médicos y no lo dejen en manos de la magia”, comenta Pooja. El programa está siendo un éxito y desde que se iniciara en 2014 ya se han atendido a más de 80.000 personas.

Desde su pequeña oficina Monika y Mithun trabajan más de 10 horas al día rodeados de

distinciones que reconocen su labor. Foto: Sergio Cruz

 

 

En su programa de educación, los Khushiyan Toy Library son centros donde se reciben clases de alfabetización, inglés o informática. En la imagen, Pooja, Mithun y la maestra Shantosha con un grupo de niños de la aldea de Mandesar. Foto: Sergio Cruz

 

Aprender jugando para atraer a los niños


“El sistema educativo en la India rural no funciona.” Así de tajante se muestra Monika, quien señala la falta de escuelas, de profesores y la pobreza como algunas de las causas de este fracaso. “Algunos niños solo van porque se da de comer gratis, pero no les interesa la educación, por lo que luego abandonan”. Se refiere al programa del gobierno de ofrecer almuerzo gratuito para garantizar al menos una comida al día a los niños más desfavorecidos
de la India.


En 2009 el parlamento indio aprobó la Ley del Derecho a la Educación con el objetivo de garantizar una educación universal, gratuita y obligatoria hasta los 14 años, pero a día de hoy aún queda mucho recorrido para lograrlo. Según los datos estimados por el Annual States of Education Report (ASER) , la tasa de abandono escolar oficial en la India rural de estudiantes entre 11 y 14 años es tan solo del 3.5%, pero no muestra la realidad, ya que el 25% no acude regularmente a la escuela pese a estar matriculados. Una de las razones es que los propios padres envían a los niños a la ciudad. “Muchas familias no tienen recursos para mantenerlos y prefieren que vayan a trabajar o a pedir a Udaipur, no valoran la educación”, comenta Mithun.

El Banco Mundial alerta en un informe que tan solo el 40% de los adolescentes indios están matriculados en la educación secundaria, mientras que en primaria son más del 96% de los niños, aunque muchos de ellos no van a clase regularmente. Foto: Sergio Cruz

 

 

En los Khushiyan se intenta enseñar a través del juego para atraer de nuevo a todos los niños y niñas que han abandonado la educación y concienciar a ellos y sus familias de la importancia que tendrá para su futuro. Foto: Sergio Cruz

 

 

En Mandesar, a unos 25 kilómetros de Udaipur, Maitri Manthan ha construido un Khushiyan Toy Library, un centro educativo donde acuden cada tarde unos 100 menores desde los 5 hasta los 14 años. Está abierto para todos los niños y allí se imparten clases de repaso, talleres de inglés o redes sociales y se juega. Shankar Lal tiene 11 años y acude al centro después de la escuela. “Aquí puedo hacer mis tareas y aprender cosas nuevas”, cuenta tímidamente.

 

Monika se muestra muy crítica con la educación formal. “Los profesores no cumplen con su trabajo ni motivan a los estudiantes, aquí vienen porque disfrutan. Queremos que nuestro centro sea un espacio donde los niños puedan experimentar la educación desde la diversión”, explica.

 

La escuela más cercana se encuentra a 1,5 kilómetros de Mandesar y muchos niños acuden caminando durante 30 minutos. “En otras aldeas las escuelas se encuentran más lejos. Los niños que abandonan son huérfanos o deben quedarse haciendo las labores de casa, en especial las niñas”, afirma Pooja Paliwal.

 

El nivel de la educación primaria también deja datos alarmantes. Un reciente informe del Banco Mundial señala que más del 80% de los estudiantes de segundo grado en India no son capaces de realizar tareas de lectura o matemáticas propias de su curso. Además, concluye que en las áreas rurales del estado de Rajastán un porcentaje significativo de estudiantes se encuentran 2 o 3 años por debajo de los estándares. “Hay multitud de niños en las aldeas que tienen 8 años y son analfabetos”, lamenta Monika.

Sanita Bhil (izquierda) es una joven de 13 años que acude todos los días al Khushiya n de Mandesar para aprender a leer y escribir. El sistema de castas aún perdura en la India rural y ella fue ignorada por el sistema educativo al pertenecer a una casta baja. Foto: Sergio Cruz

El nivel de los estudiantes de primaria en India está al menos 2 cursos por debajo de lo que debería ser. Una de las causas es la dificultad para acceder a la educación. En Bilakh, los niños debían caminar más de una hora para llegar a la escuela. En la imagen, un grupo de niños reciben talleres en el Khushiyan de la localidad. Foto: Maitri Manthan

 

 

Sanita Bhil es una niña de 13 años que acude a aprender a leer y escribir. “En la escuela nos decía el maestro que tenía un retraso”, afirma su padre, quien se muestra preocupado por la educación de su hija. Por eso la lleva todos los días al Centro que Maitri Manthan ha abierto en Mandesar. “Sanita es de una casta baja y por este motivo en la escuela no la atendían como es debido”, comenta Pooja, una vez que el padre y la niña han marchado.

 

Shantosha es una de las maestras del Khushiyan y se dedica a alfabetizar en hindi y a impartir algunos talleres. “Quiero prepararlos para que en el futuro tengan opciones de decidir qué quieren hacer con su vida”. Ese es el principal objetivo del centro, dotar a los niños y niñas de unas habilidades que les sirvan para afrontar mejor el futuro. Como en Mandesar, la ONG ha abierto tres centros más en las poblaciones de Bilakh, Udiapole y Charbhuja.

En los talleres de empoderamiento de mujeres se les enseña algunas habilidades para

ayudarles a ser económicamente independientes. En la imagen, un grupo de mujeres de Bilakh diseña algunas artesanías para ser fabricadas y vendidas en mercados de Udaipur. Foto: Maitri Manthan

 

En India rural el papel de la mujer sigue siendo secundario. Para revertir la situación se realizan numerosos talleres para mujeres y niñas con el objetivo de crear un espacio donde puedan expresarse y formarse en términos de higiene, conciencia y emprendimiento.. Foto: Maitri Manthan

 


Bilakh, apadrina a una aldea



Era el año 2015 cuando cinco niños fueron encontrados en el muelle de uno de los lagos que rodean a Udaipur. Los menores lloraban desesperados, pensaban en suicidarse. La policía los encontró y los llevó a Comisaria. Entonces alguien llamó a Monika y consiguió intervenir para que los soltara . “Los llevamos a mi oficina, les dimos de comer y nos contaron su historia. Huían de casa desde hacía varios días. Allí los maltrataban y les forzaban a trabajar para entregar todo el dinero”. Los niños procedían de Bilakh, una aldea remota situada a unos 70 kilómetros de la capital, aunque se necesitan algo más de 3 horas en coche para llegar. Allí pudieron comprobar las condiciones tan extremas en las que vivía la población, por lo que propusieron uno de los retos más innovadores de Maitri Manthan, apadrinar la aldea, mejorar su infraestructura y dotarla de servicios básicos. “La escuela más cercana estaba a una hora caminando, no había trabajo y la gente estaba muy deprimida”, cuenta Monika. Hoy en día la aldea cuenta con un Khushiyan donde los niños reciben clases y se hacen talleres de higiene, emprendimiento o empoderamiento de la mujer. “Enseñamos algunas formas de cultivo o cómo hacer artesanías para vender en el mercado”, cuenta Mithun. También se llevan donaciones de ropa, juguetes o cepillos de dientes, se organizan Jornadas Médicas y Bilakh ha sido incluida en una de las rutas diarias que hace el autobús. “Nuestro objetivo es adoptar más aldeas y tratar de seguir mejorando la vida de la gente”, concluye Monika. Ese es su objetivo a largo plazo, cubrir las áreas de Rajastán donde su labor sea necesaria.

En las aldeas aún existen creencias sobre la curación en los templos. Las Jornadas Médicas se

organizan una vez al mes en cada aldea, donde se llevan a cabo revisiones médicas y se conciencia a la gente sobre la importancia de la atención sanitaria. Foto: Maitri Manthan

 

 

El programa de Salud funciona gracias a la colaboración del Pacific Medical Hospital de Udaipur y de la ayuda de médicos voluntarios. Hasta hoy se han atendido a más de 80.000 personas. En la imagen, un médico hace una revisión dental a un niño en Kotda, a 100 kilómetros de Udaipur. Foto: Maitri Manthan

 

 

Maitri Manthan coordina el tratamiento de los pacientes que necesitan un seguimiento. Un autobús sale cada mañana hacia las aldeas para recoger a 35 personas y llevarlas al Pacific Medical Hospita de Udaipur, con el que la ONG tiene un acuerdo de colaboración para prestar servicio y proporcionar los medicamentos de forma gratuita. Foto: Maitri Manthan

 

 

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