PILAR DESIRÉE GONZÁLEZ | El concepto de
Desarrollo económico surge en los años 60 como una de las primeras ideas para dar respuesta a problemas complejos como la pobreza, desigualdad e inequidad que, de alguna manera,
permean la calidad de vida de los habitantes de algunos países, que tenían (o tienen) dificultad en la proposición de teorías o políticas económicas acertadas dirigidas a la industrialización y
crecimiento.
Uno de los grandes exponentes en este ámbito, si no el más importante, es el economista indio Amartya Sen, que desarrolló el enfoque de capacidades al
estudio de algunos aspectos económicos, sociales y políticos, como la calidad de vida, bienestar y desarrollo. La perspectiva de desarrollo de Sen se orienta como “un proceso de expansión
de las libertades reales de los individuos”.
Desde entonces, las capacidades básicas han sido un tema de agenda en países desarrollados y, por supuesto, en la de países en vías de desarrollo o subdesarrollados.
Promoción de políticas y programas medidos por su impacto y por innumerables índices o indicadores, han permitido visibilizar a los hacedores de política, académicos y ciudadanos de a pie, los
avances y/o retrocesos en el área, tal como lo señala el Índice Mundial de Miseria 2016, que refleja en parte la escasez y penuria producto de la implementación de políticas
económicas en 90 países.
Como resultado de esta medición, encontramos a tres países de América del Sur entre las puntuaciones más altas: Venezuela, en primer lugar, seguida
por Argentina y Brasil. La inflación, desempleo y corrupción son los indicadores para que estas naciones sudamericanas ostenten los primeros lugares. Ni de lejos
reflejan nivel de vida digno, libertades individuales o económicas, que son responsabilidad de los Estados y más aún, un derecho humano.
Las mediciones no terminan allí. La Organización No Gubernamental Transparencia Internacional, presentó el Índice de Percepción de la Corrupción 2016.
178 países son los evaluados y un factor en común con el Índice Mundial de Miseria: Venezuela vuelve a aparecer en el top de América del Sur. Al parecer, la característica en común en estas
mediciones, es que las cristalinas playas del Mar Caribe son una paradoja de la miseria.
La corrupción y la miseria consumen las libertades y proyecciones de millones de ciudadanos en una de las zonas más desiguales del planeta. A este
respecto, ¿las políticas y programas para el desarrollo social y, por ende, para nuestras libertades, son las más idóneas? ¿Tienes un contexto en el que puedas desarrollar tus capacidades como ser
humano? No es fácil la respuesta. Tal vez muchos tienen un camino acertado, otros no. Lo relevante es empoderarse de los elementos y políticas que permitan nuestro desarrollo como sociedad en
pro del progreso de nuestros entornos.