SERGIO CRUZ | Los ritos que tienen lugar son característicos por definirse como una mezcla entre la visión cristiana y la que tenían los antiguos
mayas, ancestros de los mayas actuales de las etnias Tzutujil, quiché y kaqchiquel, para los que el lago es un lugar sagrado que representa el nexo de unión que conecta la tierra con el inframundo.
De todos los pueblos de la ribera, Santiago Atitlán es el pueblo más representativo de esta miscelánea de rituales. Se
encuentra al suroeste del lago y entre sus calles habitan alrededor de 40.000 habitantes, la mayoría de la etnia Tzutujil.
Durante estos días el pueblo adquiere un aroma especial, las iglesias y los altares se adornan con frutas de diversas clases y hojas de palma. También las calles se visten con un manto de flores
multicolores por donde pasarán las procesiones. La ‘traída de frutas’, que se celebra el sábado anterior, da el inicio al calendario de preparativos para la fiesta. Las frutas son traídas del sur y
deben de estar en un perfecto estado, ya que si hay alguna dañada o podrida es señal de mal augurio para la celebración de la Pascua y para las futuras cosechas.
Desde que los frailes españoles evangelizaron a los nativos e introdujeron las historias sobre Jesús y cómo fue sacrificado, los mayas adaptaron la historia y para que cuadrara con la visión del
universo y el calendario mayas. Por eso, las Cofradías y Hermandades de Santiago Atitlán mezclan los antiguos rituales mayas con la tradición católica y uno de los símbolos más
representativos de esta unión es Maximón, una escultura de piedra tallada, vestida con los atuendos y pañuelos de colores propios tzutujiles y un puro habano entre sus labios.
Según el libro sagrado de los mayas, el Popol Vuh, el Maximón – o Rijlaj Mam - es el gran abuelo, una divinidad ancestral, que fue creada con el objetivo de
cuidar la naturaleza, la milpa, los pueblos y, en general, hacer perdurar toda la simbología que acompaña a la cosmovisión maya. En su creencia, durante estos días el Dios del Cielo
Jesucristo ha sido sacrificado y el mando pasa por unos días a su hermano gemelo, Maximón, que es el Dios de la tierra, mientras espera la resurrección de Jesús.
Desde el Jueves Santo al Domingo se celebran varias procesiones donde el Maximón comparte protagonismo con los ídolos tradicionales de la religión cristiana. Para los numerosos
turistas curiosos que se hacen un hueco entre las plazas abarrotadas, se les hace muy curioso ver cómo este personaje sale en procesión junto con imágenes cristianas como vírgenes, cruces y
Cristos.
La figura de este personaje peculiar ha ido cambiando con el tiempo hasta la creencia que hoy se tiene de él. Incluso en algunos tiempos fue satanizado por los religiosos coloniales que trataron, en
su lucha por la colonización, de borrarlo de la simbología indígena.
El desarrollo del turismo de los últimos veinte años ha influido mucho en la fisionomía y el comportamiento de los habitantes de Santiago Atitlán. La llegada de miles
de turistas a la semana hace que hoy en día el turismo sea una fuente de ingresos vital para muchos atitecos. Las cofradías también aprovechan esta situación explotando su carácter de
“exotismo religioso” para así financiar sus festividades durante la Semana Santa.