Bolivia, avanzando desde la diversidad

El país ha conseguido grandes avances en alfabetización y redistribución de la riqueza, sin embargo, todavía se enfrenta a grandes retos para superar la desigualdad

 

 

 

 

Las vendedoras ambulantes ofrecen zumo de naranja recién exprimido, las cholas caminan con elegancia hacia el mercado y los estudiantes aligeran el paso para llegar a tiempo a sus clases. Tan solo faltan diez minutos para que den las ocho de la mañana y son imágenes comunes que pueden verse en cualquier ciudad boliviana. Ese momento en el que Bolivia se apresura y sale, por unos instantes, de su particular calma que tanto fascina al viajero occidental.

 

Me siento a desayunar en el mercado, llevo cuatro días en el país, no es la primera vez que lo visito. Su diversidad y particularidad atrapan. Acompaño mi desayuno típico, una salteña y un juguito, todo en Bolivia se expresa mediante diminutivos, de algunas reflexiones matutinas. La principal sensación que me rodea desde que llegué es la de que el país avanza.

 

Bolivia es, sin lugar a dudas, el país más diverso y particular de la zona andina. Un destino predilecto para sociólogos y antropólogos. Una joya oculta que sobrevive a su propia historia y que, hoy, enfrenta, con sus particularidades, los mismos retos que el resto del mundo globalizado: digitalización, internacionalización de los mercados, inmigración, la brecha entre la ciudad y el campo, el papel de la mujer en la sociedad…

 

 

 

 

 

 

 

Reducción del analfabetismo y aumento del salario mínimo

 

El desarrollo del país en la última década es innegable: la reducción de la tasa de analfabetismo es ejemplar en comparación con otros países en una situación similar. En tan solo dos décadas, Bolivia ha conseguido reducir en 15 puntos porcentuales su población sin alfabetizar. En la década de los noventa un 20% de los bolivianos no sabía leer ni escribir, en 2015 la tasa apenas, supera el 5%.

 

Además, el incremento del salario mínimo en los últimos años ha colocado al país por encima de la media regional, incentivando el comercio minorista y mitigando la inmigración a países vecinos como: Chile, Argentina o Brasil.

 

Igualmente, la industrialización de sus recursos minerales a través de acuerdos con China y la exportación de productos como la quinoa, el café y la carne bovina con los que equilibrar la balanza comercial con el país asiático, han dado un impulso a la economía. Iniciativas no exentas de polémica debido a la dependencia que suponen los tratados con el gigante oriental, especialmente, al dejar en manos extranjeras bienes naturales tan valiosos como el litio.

 

 

 

 

Trabajo infantil y éxodo del campo a la ciudad

 

Paralelamente a estos avances tan significativos, las desigualdades siguen latentes y la sombra del subdesarrollo no termina de desaparecer. Bolivia es el único país que desde 2014 permite el trabajo infantil a partir de los doce años, una medida del gobierno de Evo Morales para eliminar la precariedad de los niños y niñas trabajadores. Paseando por el centro de cualquier ciudad boliviana es sencillo encontrarse con vendedores ambulantes que difícilmente superan los 12 años de edad y que apelarán a las emociones del turista occidental para colocar su mercancía.

 

Igualmente, la constante emigración a la ciudad de jóvenes en busca de oportunidades es una tendencia que crece y que acentúa el aislamiento de las zonas rurales. Se prevé que en la próxima década la población urbana en el país sea del 90%. La balanza demográfica ya empieza a resentirse y las comunidades rurales, tan características del estilo de vida andino, comienzan a perder a su población más jóven, estos prefieren el estilo de vida que brindan las urbes medianas y grandes.

 

 

 

 

 

La precariedad de las viviendas

 

Esa oleada migratoria del campo junto con el constante desarrollo de las ciudades y el elevado precio de la vivienda son algunos de los factores más determinantes para otro de los grandes retos del país, la falta de calidad de las casas. Se trata de una de las imágenes más características de Bolivia, lo recuerdo, perfectamente, la primera vez que pisé el país andino y todavía persiste. Edificaciones a medio construir, sin una distribución correcta, en ocasiones tan solo una cama frente a la cocina en la que habitan más de tres miembros. Según el ministerio de de Obras Públicas y Viviendas boliviano más de un millón de hogares son deficitarios en cuanto a materiales, acceso a servicios básicos y hacinamiento.

 

Bolivia encara la próxima década con una mezcla de oportunidades de crecimiento y grandes retos a superar. Tras varios años visitando el país, el progreso es evidente. La esperanza está presente en las palabras de las nuevas generaciones bolivianas educadas en una era global, al igual que los fantasmas que acompañan la historia de este particular país.

 

 

Autoría de Arrate Sarrionandia

 

 

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